Es curioso cómo algunos se toman la palabra huelga tan a pecho. La huelga es un derecho y no una obligación, y por eso mismo cada cual es libre de manifestarse y dar su opinión, pero en ningún momento debe ser coaccionado para que lo haga. Pero parece ser que el 29-S ha obligado a más de uno a hacer huelga sin pensarlo.
Casi 24 horas después de la primera Huelga General contra Zapatero, todavía muchos se preguntan, si realmente ha servido para algo tanto revuelo. Todo comenzó ya a primeras horas de la mañana del 29 de Septiembre, numerosos piquetes se armaban en pie de guerra, y más de uno con ganas de “liarla a lo grande”. Y Así fue, Madrid y Barcelona fueron los más afectados; eso sí, habría que ver cuantos de ellos querían manifestar su contrariedad a la reforma laboral de gobierno o nos encontramos ante vandalismo a manos de un grupo antisistema que no tienen nada que ver con la huelga.
El presidente del gobierno quiere volver a reunirse con los sindicatos, y dejar atrás el fatídico día de ayer. Aún así no existe ninguna posibilidad de rectificación por parte del Ejecutivo sobre dicha reforma, la difícil situación económica obliga a seguir adelante con los drásticos cambios enunciados.
Lo importante ahora es analizar cuáles han sido las consecuencias de este 29-S, tanto para los sindicatos, Gobierno, e incluso, oposición; y es que a ninguno ha dejado indiferente. La reforma laboral recorta masivamente el gasto público, congela la mayoría de pensiones, y limita algunos de los derechos de los trabajadores, en diversos aspectos donde hasta el día de hoy no se habían producido cambios tan perjudiciales para los trabajadores. Pero la pregunta es ¿está en la huelga la solución? Claro que no, este malestar general en el país lo venimos arrastrando hace ya algún tiempo. El problema es el siguiente: nuestro país no tiene la suficiente capacidad autosuficiente como para salir de la crisis tal y conforme se estaba aplicando la política vigente, por lo tanto la actividad económica es insuficiente y las cifras de parados se han disparado batiendo récord. Por ello CCOO y UGT deberán asumir su papel, colaborar y aceptar en parte, algunos de los recortes que se producirán y que repercuten negativamente en los trabajadores.
Vista la situación ¿qué deben hacer los millones de parados? Sobre todo los jóvenes, nosotros, los más afectados en cuanto a recortes. Los jóvenes sufren despidos sin piedad, trabajos basura en condiciones pésimas, eso sí tienen la suerte de tener un trabajo.
A día de hoy pocos son los jóvenes con capacidad de emanciparse, y por el camino que vamos o las medidas de actuación política funcionan, o los jóvenes se convertirán en jubilados precoces.